martes, 5 de septiembre de 2017

El alcohol, las emociones y los estados de ánimo

Del libro de Christophe André (psiquiatra y psicoterapeuta), Los estados de ánimo, el aprendizaje de la serenidad. Editorial Kairós, marzo 2010 (subrayado y negritas nuestras)


Los estados de ánimo se pueden modificar químicamente
Se sabe con certeza que el alcohol se utiliza como medio para mejorar los estados de ánimo, sobre todo en las personas que no disponen de motivación y estrategias eficaces para ello. Sus mecanismos de acción sobre los estados de ánimo son múltiples. Por ejemplo: provoca una “miopía psicológica” al reducir nuestras capacidades de visión psíquica a una única cosa a la vez, y de muy cerca, impidiéndonos acceder a cualquier capacidad de distanciarnos y tomar perspectiva: esta teoría explica que el alcohol pueda hacernos “estúpidamente” felices, si ponemos en marcha nuestra alcoholización a partir de estados de ánimo positivos a los que nos agarraremos contra viento y marea; también puede convertirnos en obstinadamente inconsolables si bebemos a partir de la melancolía. El alcohol está asimismo asociado a la capacidad de disminuir la consciencia de uno mismo, teniendo como principal beneficio sentir menos preocupación por distintas preocupaciones que nos atormentan de costumbre. Lo que se intenta encontrar es una especie de “huida de uno mismo”, evitarse uno mismo, alimentada por el sufrimiento de ser lo que se es, además de huir del mundo a través del efecto miope (si se es muy miope, no ve más que lo que se tiene delante de la nariz). Por otra parte, los estudios realizados para explorar las motivaciones de beber alcohol muestran sistemáticamente en primer plano de las razones: se busca ante todo “olvidar las preocupaciones” y “sentir menos”. Claro está, se bebe más los días en que uno se siente triste, y los estados de ánimo negativos son uno de los grandes factores de recaída de los ex bebedores (sobre todo de los hombres, mientras que los factores relacionales dominan entre las mujeres). Pero todo eso no acaba de funcionar, pues los estudios también muestran, por desgracia para los bebedores, a continuación, a corto plazo (tras la desaparición de los efectos inmediatos) y a largo plazo (una vez que la dependencia se ha instalado), un agravamiento muy claro ligado al alcohol: un enorme efecto de rebote de los estados de ánimo negativos, tristeza, inquietud, irritación, etcétera".
Personalmente viví muchas veces ese efecto de rebote del alcohol, al principio de la ingesta se reducen los estados emocionales molestos (depresión, ansiedad), pero conforme se avanza en consumo y se pierde el control, el resultado como dice el libro es un aumento de los estados de ánimo negativos, principalmente una vez que nos hemos visto obligados a parar de beber luego de días de intoxicación alcohólica. 


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